No todos pueden asistir
La ceremonia de The Game Awards enfrenta crecientes críticas debido a los costos y limitaciones que afectan incluso a los estudios nominados. En un contexto marcado por despidos masivos, cierres de estudios y una industria golpeada por la adopción acelerada de la IA, muchos desarrolladores aseguran que asistir al evento se ha vuelto un lujo. Aunque el Teatro Peacock puede albergar a más de 7,000 personas, la organización solo ofrece dos boletos gratuitos por estudio nominado, generando confusión sobre quiénes reciben trato preferencial. En varios casos, los equipos deben pagar entradas adicionales para poder asistir, pese a ser parte central de la celebración.
El modelo financiero del evento también alimenta el debate. Sin ingresos por televisión tradicional, The Game Awards depende de espacios pagados para tráilers, avances y patrocinios específicos, cuyos precios continúan en alza. Fuentes cercanas al evento señalan que un tráiler de 60 segundos para la edición 2025 puede alcanzar los $450,000 dólares, mientras que una presentación de tres minutos supera el millón de dólares. Aunque algunos espacios se reservan para anuncios sorpresa, la mayoría requiere aportes económicos significativos, lo que profundiza la percepción de desigualdad entre estudios grandes e independientes.
Los precios solo seguirán creciendo
La disparidad se acentúa con la venta general de entradas al público, un modelo poco usual para una ceremonia que premia a profesionales del medio. Los estudios que desean asistir con más integrantes deben pagar por asientos cuyo precio arranca en aproximadamente $300 dólares y puede llegar a $545 dólares en zonas del entrepiso, mientras que las reventas en la orquesta central han rondado entre $500 y 800 $dólares, con tres boletos recientes listados por $997 dólares cada uno. Casos como el de Sandfall Interactive, encargado de Clair Obscur: Expedition 33, juego con 12 nominaciones, muestran que algunos estudios desembolsan grandes sumas solo para reunir a su equipo en el recinto.
Las experiencias varían entre desarrolladores, pero el patrón es similar: presencia limitada, costos elevados y una organización que combina público general, nominados dispersos y estudios que deben pagar sus propios asientos. En años recientes, incluso figuras ajenas a la industria han logrado acceso simplemente comprando un boleto en venta abierta, lo que cuestiona la prioridad otorgada a los equipos creativos. Con precios crecientes, espacios comerciales cada vez más caros y una industria debilitada, la discusión sobre cómo The Game Awards gestiona su evento anual apunta a una brecha creciente entre la celebración y quienes hacen posibles los juegos que busca reconocer.
Vía: Kotaku
Nota del autor: Promocionar un juego debe ser complicado en este entorno. Aunque así hay más posibilidades de tener éxito comercial.
